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El Ciego Bartimeo
Sabe, como siervo de Dios, Ud. deberĂa fijarse en lo que hace, pues Uds. son epĂstolas escritas y leĂdas de todos los hombres. Uds. Cristianos, siempre estĂ©n dispuestos a dar una mano o hacer algo para ayudar a alguien y hacerles la vida un poco más pla—más placentera a medida que ellos… Ud. dice: “Bueno, yo—yo no tengo ningĂşn don de sanidad”. No tiene que tenerlo. Pero al menos ofrezca algo. Ofrezca una oraciĂłn. Haga algo. Hágalos sentir… Haga lo mejor que pueda por ellos de todas maneras. Jamás le dĂ© la espalda, frĂamente, a nadie, no importa quiĂ©n sea, aun si le han herido. Hágalo de todas maneras. Si no puede hacerlo de corazĂłn, entonces deberĂa venir al altar y quedarse hasta que ese espĂritu entre en Ud. y que pueda, de corazĂłn, amar a los que no le aman a Ud. AllĂ es cuando Dios responderá su oraciĂłn, pues mientras haya algo en su corazĂłn… “Si concibo iniquidad en mi corazĂłn, entonces Dios no me oirá”. AsĂ dijo David y esa—esa es la verdad. Él no le oirá.
Pan diario Salmos 66:18
Si en mi corazĂłn hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habrĂa escuchado.
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