Y había un muchacho que trabajaba allá con él que era de Indianapolis, como, oh, como a cien millas [Ciento sesenta kilómetros.—Traductor], arriba de Jeffersonville, donde vivo—o donde vivía. Y había un...El le dijo a mi hermano un día, dijo: “Doc, me voy a casar cuando tenga suficiente dinero para pagarle al ministro”. Dijo: “Tengo lo suficiente para obtener la licencia, pero”, dijo, “no tengo lo suficiente para pagarle al ministro”.
Doc dijo: “Pues mi hermano es un ministro, y quizás él—él los pueda casar”. El dijo: “El nunca le cobra a la gente por cosas como esas”.
El dijo: “¿Le preguntas si nos puede casar?”
† Bueno, esa noche mi hermano me preguntó. Y yo dije: “Si ninguno de los dos ha estado casado antes, y todo está bien”.
El dijo...Bueno, que le iba a preguntar.
Y yo dije: “Si así es, dile que vengan”.
Entonces cuando llegó el sábado y vino el
muchacho...Siempre ha sido una cosa tremenda para mí poder recordar esto. Era una tarde lluviosa, y llegó a la casa un viejo carro Chevrolet que tenía los faros amarrados con alambre. Era poco tiempo después de haber perdido a mi esposa, y yo estaba viviendo en dos cuartitos. Y Doc estaba ahí conmigo, esperándolos.
Y el joven se bajó del carro, y él ciertamente no parecía ser un novio, a mí, ni a nadie me supongo. Sin embargo, yo podía comprar un buen par de zapatos por un dólar y medio, y él traía puesto unos zapatos que estaban muy acabados, y sus pantalones estaban muy flojos. Y traía puesta una de estas chamarras de piel. Yo no creo que algunos de Uds. ancianos se acuerden. Parecía que la había pasado por la lavadora pero sin enjuagarla, y estaba toda rayada y amarrada de esta manera, de la esquina.
† Y una señorita se bajó por el otro lado con un, oh, uno de esos vestidos de cuadritos...Yo no sé. Cometí un error en una ocasión al decir el nombre de ese tipo de tela. Gingham, creo que le dicen. Y así que era un...Lo dije mal otra vez. Siempre lo hago. Y yo dije...Ella se bajó del carro, y subieron los escalones, y cuando entraron, la pobrecita, ella...Me supongo que apenas...casi todo lo que traía puesto era la falda. Casi no traía zapatos. Se había venido desde Indianapolis pidiendo aventón. El cabello lo tenía largo por la espalda y trenzado, parecía muy joven.
Y yo le dije: “¿Tienes suficiente edad como para casarte?”
Ella dijo: “Sí señor”. Y dijo: “Tengo el permiso firmado por mi padre y mi madre”. Dijo: “Tuve que mostrarlo aquí en la corte para obtener la licencia”.
Yo dije: “Muy bien”. Dije: “Desearía hablar con Uds. un poco antes de efectuar este matrimonio”. Ellos se sentaron. El joven miraba por todo el cuarto. Le hacía mucha falta un corte de pelo. Y él seguía mirando por todo el cuarto. No me estaba escuchando. Y yo dije: “Hijo, quiero que escuches lo que estoy diciendo”.
Dijo: “Sí, señor”.
Y dije: “¿Amas a esta muchacha?”
Y él dijo: “Sí, señor, la amo”.
Dije: “¿Lo amas tú a él?”
“Sí señor, lo amo”.
Dije: “Ahora, ¿tienes un lugar adonde llevarla después de que estén casados?”
Dijo: “Sí, señor”.
Y yo dije: “Muy bien. Ahora”, dije, “quiero hacerte esta pregunta. Entiendo que estás trabajando acá en este proyecto de la W.P.A.”
Y él dijo: “Sí, señor”. Eso era como doce dólares a la semana.
Y dije: “¿Piensas que puedes proveerle a ella?”
El dijo: “Haré todo lo que pueda”.
Y yo dije: “Bueno, eso está bien”. Y dije: “Ahora hermana, ¿qué tal si él no tiene...? ¿Qué tal si él pierde este trabajo? ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a regresar a mamá y a papá?”
Ella dijo: “No señor, me voy a quedar con él”.
Y yo dije: “¿Qué tal si tienen tres o cuatro hijos y no tienen nada que darles de comer, y no tienen trabajo, qué vas a hacer? ¿La vas a despachar?”
El dijo: “No señor, me esforzaré. De alguna manera saldremos adelante”.
Me sentí muy pequeño, y me fijé que él en realidad la amaba, y ellos se amaban el uno al otro.
† Yo los casé. Y luego me puse a pensar adónde es que la habrá llevado. A los cuantos días le pregunté a mi hermano Doc: “¿Dónde es?”
Dijo: “Ve allá a New Albany”, una pequeña ciudad más abajo de nosotros. Y allá al lado del río, donde yo tenía algo de hojalata colocada, adonde iba cada día cuando era inspector de las líneas, así cuando los demás hombres descansaban y contaban chistes y cosas, yo me subía a la camioneta e iba al río y oraba durante ese...y leía mi Biblia debajo de un gran pedazo de hojalata donde antes era una fundición de hierro. Allá hay varios vagones de ferrocarril. Y este hombre había ido allá y tomó uno de esos vagones y le había abierto una puerta, y había tomado periódico y unos “tackey buttons “—¿cuántos saben lo que es un “tackey button”? Entonces aquí no hay nadie de Kentucky. Se forma al tomar un pedazo de cartón y meterle una tachuela, o algún palito, y luego empujarlo en el...Ese es un “tackey button”.
† Entonces los habían puesto por todo eso. Y él había ido a la fundición y se encontró algo de material e hizo unos escalones para subir. Y se consiguió unas cajas y con esas tuvo una mesa. Y un día yo pensé: “Iré allá para ver cómo les va”.
Como unos seis meses antes yo había casado a la hija de E. V. Knight al hijo de E. T. Slider. E. V. Knight es uno de los hombres más ricos en todo el Río Ohio. El tiene grandes fábricas donde fabrican casas prefabricadas, y otras cosas. Y Slider, E. T. Slider es la compañía de grava y arena, los hijos de millonarios. Y yo los había casado.
Y fui a un lugar y lo ensayamos por unas dos semanas, y entraban por un quiosco y se hincaban sobre un cojín, y toda la pompa y cosas por donde tuve que pasar, tuve que pasar por todo eso para casar a esa pareja. Y cuando salieron, pues estaban...Esta otra pareja simplemente se paró ahí en ese cuartito donde teníamos un sofá y una cama plegable, pero ambas parejas fueron casadas con la misma ceremonia.
† Luego un día pensé que iría a visitar a esta pareja rica. Ellos no tenían que trabajar; sus padres eran millonarios. Les edificaron una casa fina. Francamente, este E. V. Knight allá sobre la loma, las perillas de las puertas son de catorce quilates, en su gran palacio, así que pueden imaginarse en qué clase de hogar vivían. Ellos no tenían que trabajar. Cada año les daban un Cadillac fino, y eran hijos únicos. Y tenían todo lo que deseaban.
Cuando llegué un día...Ahora, cómo fue que los conocí, uno de sus amigos era un buen amigo mío, y todos hicimos amistad. Y así es como fue que los conocí cuando ellos pidieron que los casara. Entonces los fui a visitar. Y llegué afuera en mi antiguo Ford y me bajé y subí los escalones. Y me acerqué un poco más de la cuenta y los pude escuchar.
† Y en verdad estaban discutiendo. Estaban celosos el uno del otro. Habían ido a un baile. Ella era una muchacha muy bonita, y era una de estas reinas de belleza. Se ganó muchos premios en esa región, y se había ganado algunos carros y cosas por ser reina de belleza. Y los miré, y uno estaba sentado en una esquina y el otro en la otra, discutiendo sobre un muchacho con quien ella había bailado, o de alguna muchacha o algo.
Cuando yo llegué, brincaron rápidamente de ambos extremos y se tomaron de las manos y vinieron caminando hacia la puerta. Dijeron: “Pues, hola, Hermano Branham. ¿Cómo le ha ido?”
Yo dije: “Muy bien. Y ¿a Uds. cómo les ha ido?”
Y, “Oh”, dijo él, “yo—yo—nosotros estamos muy contentos, ¿verdad, querida?”
Y ella dijo: “Sí, querido”. ¿Ven?
† Ahora ¿ven?, están aparentando algo que no es real. Ahora, Ud. no se puede calentar con fuego pintado. Como algunas de estas iglesias que se esfuerzan por pintar Pentecostés como algo que ocurrió hace mil años o dos mil años. Ud. no se puede calentar con fuego pintado. Pentecostés es igual de real hoy como fue entonces, ¿ven? El fuego aún está cayendo. No es un fuego pintado; es un fuego real.
Así que ahí estaban, ¿ven? Yo—yo no desearía vivir así.
† “Bueno”, pensé yo, “al pasar la barranca y allá por el río, allá es donde está la otra pareja”. Yo pensé que un sábado por la tarde iría allá y ver cómo les iba a ellos. Entonces yo estaba sucio de la cara y con pantalones sucios y con mis herramientas. Y pensé que los sorprendería a ellos. Y pasé por ahí como que iba buscando aisladores que habían sido rotos por los rayos o algo, mientras caminaba al lado de las líneas telefónicas—los cables eléctricos al lado del río. Y el viejo Chevrolet estaba enfrente, como un año después de que los había casado, y había una...La puerta estaba abierta, y los podía oír hablando. Ahora esto suena como un hipócrita, pero me acerqué lo suficiente para escuchar y averiguar lo que estaban diciendo. Me quedé parado ahí, y simplemente quería saber por mí mismo.
Me gusta averiguar y estar seguro de lo que estoy diciendo. Así es como hago con respecto a la Palabra de Dios. ¿Es la Verdad, o no es la Verdad? ¿Guarda El Su Palabra, o no guarda Su Palabra? Si El no guarda Su Palabra, entonces no es Dios, ¿ven? Si El guarda Su Palabra, entonces es Dios, ¿ven?
† Entonces yo quería saber cómo les iba a ellos, y me deslicé por un lado muy quedito. Y lo escuché a él decir: “Bueno, querida, tenía tantos deseos de conseguirte eso”.
Ella dijo: “Mira, querido”, dijo, “este vestido está bien”. Dijo: “Pues, este está bien”. Dijo: “Agradezco eso, pero ¿ves...?”
Me deslicé para poder mirar por la abertura, donde la puerta estaba abierta ahí en el vagón. Y ahí estaba él sentado, y ella sentada en su regazo, y su brazo alrededor de ella, y ella con el brazo alrededor de él. Y él tenía uno de esos sombreros viejos que lo había agujerado y había hundido la parte de arriba, y ahí había vaciado su paga. La estaba dividiendo ahí en la mesa. Dijo: “Tanto para comestibles, tanto para el seguro, y tanto para el carro”, y no podían hacer que cuadraran las cuentas. Y lo que pasaba era que él había visto un vestido en una vitrina, y lo había estado mirando por unas dos semanas, y costaba un dólar y centavos. El quería comprarlo. Dijo: “Pues, querida, se te vería tan bonito”.
Y ella dijo: “Pero, querido, yo tengo un vestido. Yo en realidad no lo necesito”.
† ¿Ven? Y esa reina...y yo me hice para atrás, y luego me asomé. Podía ver la punta del techo de la otra casa, y me detuve ahí y observé por unos momentos. Pensé: “¿Quién es el hombre rico?” Pensé: “Si...Bill Branham, si tuvieras que escoger, ¿adónde irías?” Por mí, yo no escogería aquello bonito allá sobre la loma, pero tomaría este carácter acá abajo como una verdadera ama de casa, alguien que me amara y se quedara a mi lado, alguien que hiciera el esfuerzo por formar un hogar sin sangrarlo a uno por completo para adquirir cosas finas, alguien que estuviera con uno, una parte de uno.
† Eso siempre lo he tenido presente, de cómo fue aquello. Uno escogió una muchacha bonita; el otro escogió carácter. Ahora esa es la única manera en que uno puede escoger. Primero, busque carácter, y luego si Ud. la ama, bien.
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DIOS LES CONTINUE BENDIÇIENDO MAS
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