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La Influencia De Un Hombre Sobre Otro
Cuando uno está jugando un juego de pelota (ya que es la temporada de fútbol), lo que queremos hacer, no es que todos traten de quitarle la pelota al hombre que la tiene; es tratar de defender a ese hombre. Protegerlo; dejarlo que pase. Estamos tratando de anotar un gol. ¿Ven?
Pero, ¿se pudieran imaginar a un equipo tan inexperto que un hombre se encuentre (su propio hombre), con la pelota corriendo hacia la portería, y entonces en vez de empujar al enemigo alejándolo de él, al equipo adversario, para permitir que su propio hombre que tiene la pelota siga con ella, que todo hombre esté tratando de quitarle la pelota de la mano? Pues, de seguro Uds. van a perder.
Y hoy en día tenemos la misma cosa. Cuando vemos a Dios que viene a la escena y que va a bendecir cierta cosa, mantengamos a todos los enemigos alejados de eso. Usemos nuestras influencias como defensas, no corredores, defensas que protegen al corredor, permitiéndole pasar con la pelota para que no haya oposición, lo único que él tiene que hacer es solo seguir corriendo. Y nosotros debemos ser defensas.
Pan diario Filipenses 3:14
prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
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