61-0205M Expectativa
Leí de Abraham Lincoln, un gran sureño. Quien se bajó del barco allá en New Orleans y los vio en un foso de esclavos allí subastando a un hombre grande—un negro grande, corpulento. Y su pobre esposita parada allí con dos bebés, llorando, pues lo iban a vender para cruzarlo con mujeres más grandes y saludables para hacer esclavos más grandes. Abraham Lincoln cerró su puño así, y dijo: “Eso está mal. Algún día le daré un golpe a eso, así me cueste la vida”. Y así fue, pero él le dio el golpe. De hecho, hizo eso pedazos.
Permítame decirle, hermano, la incredulidad es del diablo. Permíteme golpearla, Señor. No me importa que me cuesta la vida. Permíteme hacer pedazos eso que está sobre la iglesia, esos cercos y todo eso—para que podamos ver que por un Espíritu todos somos bautizados en un cuerpo, y somos Cristianos. Nosotros somos hermanos. No importa que un hombre pertenezca a la Iglesia de Dios y yo pertenezca a las Asambleas y este sea bautista o presbiteriano; somos hermanos, es lo que somos, nosotros somos hermanos en Cristo. Rompamos eso. Derribemos estos cercos. Nosotros le extendemos nuestros brazos a cada hermano.
Pan diario 1 Corintios 12:13
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
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