Quisiéramos Ver A Jesús MP3 - William Marrion Branham
60-0708
Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
Ahora, El tenía necesidad de pasar por Samaria. Samaria era el... Uds. saben, Uds. ministros y lectores de la Biblia, cómo surgió la raza samaritana. Ahora, nosotros nos damos cuenta que ellos también estaban esperando un Mesías. Y Jesús llegó al pozo allí, en Sicar, como a mediodía, y El envió Sus discípulos a traer comida. Y allí estaba una mujer. Pensemos que ella era una mujer de mala fama. Y ella estaba viviendo con su sexto marido. Y llegó al pozo para sacar agua. Sin duda el pastor de Uds. les ha predicado sobre ello, muchas veces. Pero yo estoy tratando de decir lo que El era ayer, para que Uds. puedan ver lo que El será hoy. Ahora, El mismo se dio a conocer a los judíos. (Hay muchos otros lugares, a los que llegaremos después, pero sólo para tocar el punto, y llamar la fila de oración en unos cuantos minutos).
Ahora, El va a esa mujer. Mejor dicho, esa mujer va a sacar agua, quise decir. Y era como a mediodía. Y yo la puedo ver venir con su–su cabello colgándole, sin peinar. Y ella tenía el–el cántaro sobre su hombro, como las mujeres orientales generalmente lo cargan. Y ellas pueden poner cinco galones [22.73 litros–Trad.] de agua encima de su cabeza, cinco galones sobre su cadera, y cinco galones aquí, y caminar hablando una con la otra y nunca derramar una sola gota, perfectamente balanceados. Y esa mujer quizás traía ese cántaro. Veamos, ella pudiera haber estado... Pues ella no había estado en casa toda la noche y acababa de llegar, quizás era la razón que ella estaba... o se había quedado dormida. Pudiera haber sido porque ella no podía venir al pozo con las mujeres decentes. Había una gran segregación sobre ese respecto en aquellos días: una mujer inmunda no se podía mezclar con las–con las mujeres limpias.
Así que de todas maneras, ella estaba en el pozo. Y Jesús... Es una vista panorámica. El pozo allá en Sicar es algo así: las vides crecidas sobre el muro, y el pozo de la ciudad allí en donde la gente venía a sacar su agua. Yo puedo ver a la mujer venir, tomar el cántaro de las dos grandes agarraderas y poner los ganchos en ellas, y bajarlo por medio de la polea, para sacar agua. Y ella oyó una Voz que dijo: “Mujer, dame de beber”. Y ella volteó, y vio a un Hombre judío de mediana edad, sentado, reclinado sobre el pozo. Quizás El se miraba un poco más viejo de lo que El realmente estaba. Yo creo que cuando El tenía como unos treinta, ellos le dijeron que El se miraba de cincuenta. Ellos dijeron: “Tú eres un hombre que aún no tienes mas de cincuenta años de edad, y ¿Tú dices que has visto a Abraham?” El dijo: “Antes que Abraham fuese, YO SOY”. Así que ellos–ellos... Pero El se miraba de cincuenta cuando únicamente tenía treinta. Y así que El se pudiera haber mirado un poco avejentado sentado allí. Quizás había un poco cabello cano en Su cabello o en Su barba, debido a la gran carga, los pecados del mundo, estaban colocados sobre Sus hombros. Y allí estaba El sentado.
Ella vio a ese judío. Y ellos tenían una segregación en esos días, igual a la que solían tener el norte y el sur, entre la gente blanca y la negra. Pero.... Entonces ella dijo: “No es costumbre que Uds. judíos le pidan a una mujer samaritana una cosa como esa”. Dijo: “Nosotros no tenemos–no tenemos tratos unos con los otros”. Escuchen a la Voz responder: “Mujer, si conocieras quién es el que habla contigo, tú me pedirías a Mí de beber. Yo te daría agua que tú no vendrías aquí a sacarla”. Y ella dijo: “El pozo es hondo, y Tú no tienes nada con qué sacarla”.
La conversación continuó tocante a adorar en “este monte y en Jerusalén” y demás. Después de un rato, Jesús parado allí... El tenía necesidad de pasar por allí; el Padre lo envió allí. Y entonces El no sabía lo que sucedería. ¿Qué estaba haciendo El? El estaba tratando de encontrar cuál era el problema de la mujer. Cuando El encontró el problema de ella... ¿Cuántos saben cuál era? Seguro. Ella estaba viviendo en pecado. Y El... ¿qué dijo El? “Ve, llama a tu marido, y ven acá”. Ella dijo: “No tengo marido”. El dijo: “Bien has dicho, porque tú has tenido cinco maridos. Y por lo tanto, con el que tú estás viviendo ahora, no es tu marido”. Ahora, ¿dijo ella: “Ese hombre es Beelzebú”? No, señor. ¿Dijo ella: “El es... El debe ser un... algo mal en El, El debe tener un–un caso horrible de telepatía mental”? No, señor. Ella sabía más tocante a Dios que la mitad de los ministros hoy en día. Correcto.
Escuche también el Mensaje Las Realidades Infalibles del Dios Vivo
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