La Puerta Dentro De La Puerta MP3 - William Marrion Branham
60-0711
Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
Si Ud. es un verdadero Cristiano, un verdadero cordero de Dios, Ud. está dispuesto a ceder sus derechos americanos para ser un Cristiano, porque su naturaleza es cambiada. ¡Dios en un corazón, un señorío completo, en control! Ud. dice: “Bueno....” La gente se avergüenza de decir: “Amén”. La gente se avergüenza de alabar al Señor. Creo que fue Finney, Carlos G. Finney (no estoy seguro si fue Finney; creo que fue), que iba detrás de su estudio, o mejor dicho, de su oficina para orar. Y un día cuando estaba arrodillado allí en la... bajo un árbol viejo que el viento lo había tumbado, él estaba orando. Y cuando él estaba orando, pensó que alguien venía, y él paró de orar rápidamente, y aclaró su garganta haciendo: “Mmm, mmm” [sonido figurado al que uno hace al aclararse la garganta–Trad.]. Y se levantó y miró para todos lados. Y allí Dios lo convenció. El le dijo: “Tú te avergüenzas de Mí. Pero tú pensarías que sería una gran cosa si alguien te viera platicando con tu jefe. Tú te pararías allí al lado de tu jefe y platicarías, pensarías que sería un privilegio, dejar que toda la gente de la oficina viera que tú tuviste el privilegio de platicar con tu jefe. Y yo soy tu Señor y tú te avergüenzas de Mí”. El se postró en su rostro, y dijo: “Señor Dios, ¡perdóname como un pecador!” El dijo que él predicó los mismos mensajes que él había predicado antes, pero la siguiente vez que los predicó, estaban inspirados; eso hizo algo. El Espíritu Santo tomó control de él. El llegó a ser uno de los ministros más grandes desde San Pablo. ¿Por qué? Permitió que Dios entrara y tomara control, tomara su propia vida privada, su orgullo como erudito, todo lo que él era.
Si Ud. está dispuesto a hacer eso, si Ud. está dispuesto a permitirle a Dios tener la preeminencia en su corazón... Vayamos a otra puerta antes que dejemos el tema. Hay otra puerta en el corazón llamada “fe”. Esta es una gran puerta. ¡Oh!, Ud. permitió entrar a Jesús para salvarlo, pero cuando llega para darle la fe que Dios da, Ud. lo rechaza de esa puerta. “No te entrometas en esto. Mi iglesia predica que los días de los milagros ya pasaron”. Pero si Cristo alguna vez entra en esa puerta, estas son las palabras que El dirá: “Yo soy el mismo ayer, hoy, y por los siglos”. El lo prueba a aquellos que abren la puerta de fe. Ud. no será contaminado con los candados en la puerta. Permita que Cristo se pare a la puerta. El le dirá a Ud. que las Escrituras son verdaderas.
Cuando Pedro predicó en el Día de Pentecostés, cuando la gente se estaba tambaleando bajo el impacto del Espíritu Santo, y el mundo religioso, hombres santificados, grandes eruditos, y autores, doctores de la ley, estaban afuera y se rieron de las ciento veinte personas tambaleándose y actuando como si ellos estuvieran ebrios.... Cuando les preguntaron tocante a ello, al apóstol Pedro, a quien se le había dado las llaves del Reino, ellos dijeron: “¿Qué podemos hacer para recibir esto?” El dijo: “Arrepentíos cada uno de vosotros...” Les dijo a aquellos así llamados creyentes que se arrepintieran de su incredulidad. “Arrepentíos, y bautícese en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos (y para aquellos en Klamath Falls, Oregón); para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”, la promesa es para nosotros. Y cuando alguien trata de cerrar esa puerta y decir: “Eso fue para otra edad; el Espíritu Santo no es para esta edad”, ellos niegan la Palabra del Dios Viviente.
Pero cuando el Espíritu Santo, Cristo, entra para ser Señor, El dirá Hebreos 13:8: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos”. El dirá San Juan 14:7, u 8 mejor dicho, versículo 12: “El que en Mí cree, las obras que Yo hago, él las hará también”. El dirá que Marcos 16 fue la última comisión que El le dio a la Iglesia: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En Mi Nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán”. Si Cristo puede entrar en el corazón, entrar en la puerta de fe, El lo hará creer que todas las cosas son posibles para aquellos que creen.
¿Se fijaron que la Biblia habla de esta iglesia en este día? “Porque tú dices: Yo soy rico...” Son los tiempos de más riqueza que la iglesia alguna vez haya tenido. La edad más próspera en la que la iglesia alguna vez haya vivido, es ahora: grandes edificios, hermosos lugares, ministros educados y eruditos. Tenemos mejores ministros que lo que alguna vez hayamos tenido, tenemos mejores iglesias que lo que alguna vez hayamos tenido, y el mundo se está hundiendo cada día en pecado. Tenemos los púlpitos más débiles que alguna vez hayamos tenido, y esa es la razón que la gente no se quiere rendir a Dios, no quiere.... Oh, ellos dirán: “Yo soy salvo. Yo permití que Jesús me salvara”. Pero Ud. no le permite ser Señor, así que El no se quedará con Ud. mucho tiempo. Y esa es la razón que Ud. se regresa al mundo otra vez. Eso es exactamente correcto. Ahora, ¿qué sucede? En esta hora en la que estamos viviendo, cuando Jesús entra... Fíjense lo que El dijo: “Tú... Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad...’” Tenemos los mejores pastores, la audiencia mejor vestida, las iglesias más finas, que la iglesia alguna vez haya tenido. Nosotros... “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes...” Ahora, ¿ven?, ellos son profesantes; le permiten a Cristo entrar al corazón para salvarlos. “Pero no sabes que tú eres un desaventurado, miserable, desnudo, ciego, y no lo sabes”. [Porción sin grabar en la cinta–Ed.].
Y ella está ciega. Y vaya y trate de decirle: “Señora, entre a la casa rápidamente. Ud. se está–Ud. se está exponiendo. Ud. está desnuda”. Ella le dirá: “Apártese de mí, santo rodador. Yo sé lo que estoy haciendo”. Hay algo mentalmente mal con la mujer. Ella está en esa condición, y no lo sabe. Ella de hecho no lo sabe. Ella no está fingiendo que no lo sabe. ¡Ella no lo sabe! La Biblia dice que no lo sabe. Ella está desnuda, y no lo sabe. Ella está tratando de cubrirse con hojas de higuera, como Eva lo hizo en el jardín. Pero para pararse delante de Dios, ella no lo puede hacer; miserable, desventurada, desnuda, ciega, y no lo sabe. Si un hombre fuera pobre, miserable, desventurado, ciego, y desnudo, y si él lo supiera, él mismo trataría de ayudarse. Pero cuando un hombre está en esa clase de condición y no lo sabe, y no lo escucha, uno no se lo puede decir a él. El no escuchará.
¡Oh!, “Yo estoy a la puerta y llamo”. [El Hermano Branham toca en el púlpito–Ed.]. Esa es la edad en la que El se pararía y tocaría. “Si tan sólo tú la abres y me dejas entrar y tomar control, Yo te vestiré con lino puro”. ¡Oh!, la justicia del Espíritu Santo. “Yo te vestiré. Yo te quitaré toda la vergüenza de ti. Yo pondré tu nombre en el Libro de la Vida del Cordero. Yo te daré Vida Eterna”. Oh, serán odiados por el mundo, seguro que sí. “Todos los que viven piadosamente en Cristo Jesús”, dice la Biblia, “sufrirán persecuciones”. Yo los haré a Uds. lo que deberían ser”.
Y recuerden: la Biblia dice que ellos estaban ciegos, ciegos. ¡Oh, hay tanta gente ciega hoy en día! El dijo: “Yo te aconsejo que compres de Mí colirio, para que Yo lo pueda poner en tus ojos para que puedas ver; algo de colirio”. Ese colirio es el Espíritu Santo. Yo fui criado en Kentucky y mi... Nosotros vivíamos en una pequeña cabaña, que tenía... hecha de troncos y las grietas las embarrábamos con lodo. Y mucho de eso se había caído, porque estaba viejo. Y teníamos tejamaniles en el techo de la casa. Y fueron puestos bajo la luz de la luna, y los tejamaniles se habían enriscado, de esa manera. Y la lluvia entraba con el viento, y la nieve entraba con el viento. Y sólo teníamos dos cuartos, sin piso en ellos, sólo la tierra. Y recuerdo que mi papá había hecho una–una banca para que nosotros los niños nos sentáramos a la–la mesa de madera, que había sido serrada de un pedazo de tronco, con palos abajo de él para sostenerlo. Y la pequeña estufa estaba allí adentro. Mi mamá tenía un baúl viejo puesto sobre dos pedazos de– de madera, que tenía pequeñas hendiduras en él; un gabinete viejo que estaba igual. Y eso... y un par de camas; eso era todo lo que teníamos.
Y nosotros niños teníamos que dormir en el desván. Y había un... Ellos tenían dos palos cortados de árboles con renuevos que los clavaron atravesados. Y allí arriba, había un–un colchón de paja. Y sobre este colchón de paja había un colchón de plumas. Luego mamá subía allá en la noche y ponía todas las cobijas que ella tenía sobre nosotros, y los abrigos. Y luego encima de eso, ella ponía un pedazo de lona, para que si llovía, nos pudiéramos meter debajo de esa lona, si nevaba, nos cubriéramos nuestros rostros de la nieve. Y estos tres pequeños Branham acostados allá arriba, con el viento soplando a través de esos tejamaniles en la noche, quizás contraíamos un resfriado. Contraíamos un resfriado en nuestros ojos. Y a la mañana siguiente, mi mamá nos llamaba; ella decía: “¡Billy, baja!” Y yo trataba de abrir mis ojos; yo no podía hacerlo. Y yo empujaba con el codo a Edward; yo lo llamaba “Humpy” [Jam-pi, pronunciación figurada– Trad.]. Yo decía: “¿Puedes bajar tú?” El decía: “Mis ojos también están pegados”. Luego empujábamos con el codo a Melvin, para ver si él podía bajar. “No, mis ojos también están pegados”. Mama nos decía que habíamos contraído un resfriado durante la noche. Y yo decía: “Mamá: yo–yo–yo no puedo bajar”. Ella decía: “¿Qué es lo que pasa, Billy?” Yo decía: “¿Sabe qué?, mis ojos están llenos de legañas”. Ella la llamaba legañas; yo no sé lo que era; era resfriado. Y ella decía: “¿Están tus ojos llenos de legañas?” Ella decía: “Bueno, sólo espera un momento, cariño”.
Ahora, mi–mi madre es media india. Su padre era uno de los cazadores más grandes que yo alguna vez haya conocido. Y él solía cazar, y atrapaba mapaches y los vendía. Y, ¿saben Uds.?, cuando él atrapaba esos mapaches, estaban gordos. Y así que él les derretía la grasa. Y la grasa de mapache era el “curalotodo” en nuestra casa. Eso es todo lo que teníamos por medicina allá en aquellos tiempos. Me pregunto cuántos aquí, alguna vez se sentaron al lado de una candela de grasa: un pedazo de estambre en un... Seguro. ¿Cuántos alguna vez quemaron un nudo de pino, para...? Bueno, de esa manera teníamos que hacerlo. Y si al vecino se le apagaba el fuego, agarrábamos fuego de nuestra propia chimenea e íbamos y le ayudábamos a hacer... Sin cerillos o nada. Uno tenía que empezarlo con un pedazo de pedernal o algo, o nos llevábamos fuego uno al otro. Y recuerdo que ellos solían hacer eso muchas, muchas veces, lo llevábamos en una pala, e íbamos muy lejos por el camino adonde los vecinos. Y cuando... Era muy difícil en esos días.
Y luego, yo recuerdo que mamá decía: “Espera un momento, cariño”. Y ella... Nosotros contraíamos el “crup”. ¿Saben Uds. lo que ella hacía? Ella tomaba una cucharada llena de esa grasa de mapache y–y le ponía algo de trementina en ella, y le rociaba un poquito de azúcar, y nos la teníamos que engullir. Yo no sé qué hacía eso para un dolor de garganta. Pero, de todas maneras, sanábamos. Dios es un Dios misericordioso. Luego cuando nuestros ojos estaban todos pegados, ella decía: “Espera un momento, cariño”. Y ella ponía en la estufa la lata vieja de grasa de mapache. Y ella la calentaba muy bien. Y subía los escalones, esa pequeña escalera. Subía allá y daba masaje a nuestros ojos con esa grasa de mapache, hasta que– que se abrían. Bueno, eso estaría bien para el ojo natural. Pero yo le estoy diciendo: ha habido mucho clima frío entrando a la iglesia. Correcto. Y ellos tienen sus ojos cerrados espiritualmente. Y se requerirá más que la grasa de mapache para abrirlos. Se requerirá el poder del Espíritu Santo que entre en los ojos.
“Te aconsejo que vengas y compres colirio de Mí mientras Yo toco en la puerta. Permíteme entrar y abrir tus ojos, y poner colirio en tus ojos. Eso abrirá tus ojos”. Tú no sabes. Como Eliseo, con... allá en Dotán con su siervo. Cuando el–el ejército, los aliados, subió y rodeó a toda la ciudad de Dotán, y él dijo... El siervo despertó, y él dijo: “Mi padre, el ejército entero de los sirios está sobre nosotros”. Y el profeta anciano, como Uds. saben, él podía ver. Así que él se levantó y miró por todos lados; él dijo: “Sí, eso es correcto. Pero hay más con nosotros que lo que hay con ellos”. Y él dijo: “Yo no veo a nadie sino a ti”. Y él puso algo de colirio en él. El extendió su mano y le tocó su cabeza y dijo: “Señor, abre los ojos de este muchacho para que él pueda ver”. Y cuando su vista espiritual vino a él, todo alrededor de ese profeta anciano, había Angeles de fuego, y carros de fuego, y montañas en fuego. ¿Ven?, él estaba ciego y no lo sabía. Hay mucha gente hoy en día que está ciega, y no conoce la bondad del Señor; gente sincera, honesta, que no conoce la bondad. Ud. no entiende cuán bueno es Dios, qué placer es servirle a El, qué–qué descanso es.
Algún día tengo que parar. Algún día cerraré mi Biblia por última vez. Tengo que encontrarme con Dios y dar cuenta por cada uno de Uds. Y toda persona... Yo me imagino que he predicado directa o indirectamente, a veinte o treinta millones de personas por todo el mundo, e ido siete veces alrededor de él. Y yo–yo–yo sé que tengo que responder por eso. Y yo tengo que estar en lo más profundo de mi sinceridad, y saber que yo les estoy diciendo a ellas la verdad. Uds. no comprenden la bondad de Dios. ¡Si una persona, un pecador, únicamente pudiera abrir sus ojos y ver cuán bueno es Dios! ¡Si El sólo pudiera frotar un poquito de colirio en sus ojos y ellos pudieran mirar alrededor y ver cuán bueno El es!
Allá en Shreveport, Louisiana, no hace mucho tiempo, había un... Yo estaba allá predicando en una reunión de tienda. Yo pensé de Billy Graham allá en el–el estadio de béisbol. Y–y allí estaba un hermano anciano de color. Y él era un gran predicador anciano, un alma buena. Y él tenía un anciano en su iglesia por nombre... Su nombre era Gabriel, pero nosotros lo llamábamos Gabo, como sobrenombre. Y.... Pero él nunca se enmendaba con la iglesia. El iba a la iglesia, y él tenía una buena, piadosa, y santa esposa. Y ellos oraban por Gabo, e hicieron todo lo que podían hacer para que Gabo fuera a la iglesia y se enmendara. Pero él sencillamente no lo hacía. Pero a él le gustaba ir a cazar.
Y un día él y el pastor estaban allá cazando. Era un sábado en la tarde. Y el anciano Gabo era un mal tirador; él no le podía pegar a nada. Pero esa tarde cuando él venía, él y el pastor sencillamente estaban cargados de toda caza que podían cargar: pájaros y conejos y ardillas. Y ellos venían por un sendero conocido, en el que ellos habían viajado muchas veces. Y el sábado en la tarde, el sol se estaba poniendo en el oeste. Y el pastor, guiando el camino, con su rifle sobre sus hombros, y la caza colgando sobre ambos, caminando allí, y él se fijó al mirar hacia atrás, que Gabo continuaba mirando hacia atrás, por encima de su hombro, hacia la puesta del sol. El pastor no estaba muy alarmado tocante a eso. Así que él sencillamente siguió caminando.
Y después de un rato, una mano grande y negra se posó sobre su hombro. Y él volteó para mirar a Gabo. Y las lágrimas le corrían por sus mejillas abultadas y negras. Y él dijo: “Pastor: mañana en la mañana yo voy a sentarme con mi esposa amada en la primera fila de la iglesia. Y quiero que Ud. me bautice en el bautismo Cristiano. Y allí permaneceré hasta que Jesús me llame al Hogar”. El volteó y miró hacia la puesta del sol otra vez. El dijo: “Gabo, tú sabes que yo aprecio eso”. Dijo: “Yo quiero preguntarte algo”. El dijo: “¿Qué sermón prediqué yo que te causó que cambiaras, o qué himno cantó el coro que causó que cambiaras, e hicieras esta decisión por Cristo?” El dijo: “Pastor, yo aprecio cada sermón que Ud. me predicó. Yo aprecio cada oración que los santos hicieron por mí, y los himnos que el coro cantó. Pero”, dijo, “¿sabe Ud.?, eso no fue lo que lo causó”. Dijo: “Yo miré a esa puesta de sol, y comprendí que mi sol también se estaba poniendo”. El dijo: “Luego miré la caza colgando de mí”. El dijo: “Como Ud. sabe, yo no puedo pegarle a nada”. Y dijo: “Sin embargo hoy, El me ha dado toda esta caza, lo suficiente para que me dure toda la semana entrante”. El dijo: “Seguramente que El me ama, o El no hubiera sido tan bueno conmigo”. El dijo: “Yo lo sentí a El tocar en mi corazón. Y yo volteé, mientras Ud. iba caminando, y yo abrí mi corazón y dije: ‘Entra, Señor Jesús, y toma Tu lugar en mi corazón’”. Y dijo: “El hizo eso. El es mi Señor ahora, desde este momento en adelante”.
¡Oh, si tan sólo miráramos hacia atrás, por encima de nuestro hombro y viéramos cuán bueno Dios ha sido con nosotros, sólo viéramos Su bondad para el pecador, viéramos que El lo ha cuidado hasta aquí! Estando aquí en su mente cabal, mire hacia atrás. ¿Quién lo ha alimentado? ¿Quién lo ha vestido? Cuando esos frenos estaban rechinando y casi chocaba el automóvil, ¿quién lo protegió entonces? ¿Quién fue Ese en esa hora de enfermedad, cuando el doctor meneó su cabeza y dijo: “Ya no sé qué más hacer”. Pero Ud. está aquí en esta noche. Mire un poquito hacia atrás, y vea qué sucedió. A Ud. Cristiano: sólo mire alrededor y vea el mundo pecaminoso, cómo está, y saber que Dios, antes de la fundación del mundo, lo escogió a Ud. por elección, y puso su nombre en el Libro de la Vida del Cordero, y tocó en su corazón. [El Hermano Branham toca–Ed.]. Y Ud. abrió y le permitió entrar. ¡Cuán bueno es El!
“He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo. Y si tú abres la puerta, Yo entraré a ti y cenaré contigo”. ¡Cenar con él y él Conmigo! “Cenar”, significa: “ser huésped, tener compañerismo, cenar uno con el otro”. Es “tener comunión, compañerismo uno con el otro”. ¿Pueden abrir su corazón, toda puerta, y decir: “Señor, entra? No sólo sé mi Salvador, sino sé mi Señor, mi Soberano, mi Controlador. Tómame como soy. Tal como soy, sin más decir, mas que Tu Sangre fue derramada por mí. Tal como soy, Señor, yo te creeré”.
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