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Discernimiento Del Espíritu William Marrion Branham

Discernimiento Del Espíritu MP3 - William Marrion Branham

60-0308

Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
Veamos al ministro de hoy día: Si él tiene el bautismo del Espíritu Santo, él sabe que si predica la Palabra, esto le cortará la fama. Esta decisión lo llevará a una iglesia pequeña en alguna parte, o lo llevará aun a la calle. Pero él también sabe que hay algo que arde en su corazón, porque él puede ver la venida del Señor. A él poco le importa si tiene una iglesia grande o pequeña. Tampoco le importa si tiene comida para el día o no. Poco le preocupa si tiene buena ropa o no. El sólo se preocupa de una sola cosa, y esto es la Vida que clama dentro de él. El está procurando obtener algo para la gloria de Dios. Y al obtenerlo, manifestará la misma Vida del Espíritu que está dentro de él. ¿Me entienden? El mostrará esa Vida.

Moisés manifestó en toda su vida el Espíritu de Cristo, porque Cristo estaba en él. Cristo estaba en Moisés en medida. Recordamos que él nació en tiempo de persecución. Muchos niños fueron matados por los egipcios en un esfuerzo por destruir a Moisés (Éxodo 1:16 y 2:2), exactamente como fue hecho cuando nació Jesús (Mateo 2:16).

Y vemos la situación que se presentó cuando el pueblo de Israel desobedeció a Dios, de tal manera que El se enojó con ellos, y dijo a Moisés: ¡Apártate y yo los destruiré, y de ti levantaré otra generación! Entonces, Moisés se tiró en la brecha ante el juicio de Dios, y dijo: Tómame a mí antes que los tomes a ellos. En otras palabras, Moisés dijo: Antes de llegar a ellos, tendrás que pasar por encima de mí.

Esto es exactamente lo que hizo Jesucristo. Cuando Dios pudo haber exterminado a los pecadores, como tú y yo, de sobre la faz de la tierra. Cristo se interpuso en el camino. Dios no pudo hacerlo. Dios no pudo pasar por encima de Su propio Hijo.

Dios vio ese espíritu en Moisés intercediendo en el juicio, como en una cruz, y diciendo: Tú no puedes destruirlos. Tendrás que destruirme a mí primero. ¿Ve Ud. el Espíritu de Dios en Moisés? El pudo haber sido el rey de Egipto. El pudo haber poseído todo el lujo del mundo y ser popular. Pudo haber sido el gran rey del mundo en ese tiempo. Pero él escogió mas bien sufrir las persecuciones y las aflicciones, porque estimó el vituperio de Cristo como mayor tesoro que el de Egipto. El se interpuso en el camino. ¿Por que'.' ¡ Fue Dios en Moisés quien hizo eso! Un hombre intelectual. pensando normalmente. nunca hubiera hecho esto; antes hubiera tomado el camino mas fácil.

No importa cuan fanático pareció ser Moisés, el fue un verdadero profeta de Dios. El estaba procurando edificar algo para el Reino de Dios. Ahora bien, con su gran don de profecía, él pudo haber sido un hombre muy sabio. Con su profecía, el pudo haber dicho en Egipto: Yo profetizare esto y aquello. El pudo haber sido mundialmente famoso; pero esto no estaba en su corazón; no podía estar en su corazón. Por consiguiente, si Ud. ve a una persona con un gran don. procurando glorificarse a sí mismo, su propio discernimiento del Espíritu le dirá que eso está equivocado. Pero Moisés se esforzaba por hacer algo para la gloria de Dios. No importaba cuan malo parecía ser, o cuánto podían decir de ello, el espíritu en Moisés le dirigió directamente a la línea del deber.

Consideremos a José. Cuando nació, fue amado por su padre y odiado por sus hermanos, siendo un tipo perfecto de Cristo. Estos eran sus hermanos de sangre; todos eran del mismo padre. Sus hermanos le odiaron sin causa porque Dios le había hecho un profeta, un hombre espiritual, un vidente. Le odiaban por esa sola razón. José no podía dejar de ser lo que era porque Dios lo hizo de esa manera.

Vea ahora lo que el Espíritu de Dios hizo en José. El aun actuó como Cristo habría de actuar en su parte. El fue odiado por sus hermanos y amado por su padre, porque el Espíritu hizo la diferencia. El fue un hombre espiritual; vio visiones e interpretó sueños. El no hizo esto para su propia gloria; él lo hizo porque tenía algo por dentro: tenía el Espíritu de Dios. El no hubiera ido a donde fue, por su propia cuenta, para ser echado en una cisterna, y dejar a su pobre padre tan anciano, afligiéndose por todos esos años. Fue vendido por casi 30 piezas de plata. Fue sacado de la cisterna y llegó a ser la mano derecha de Faraón, quien en aquel tiempo era el rey de la Tierra. Cuando fue puesto en la cárcel, estuvo en la compañía de un copero y un panadero; uno se perdió y el otro fue salvo, de acuerdo con su predicción, allí mismo en la cárcel.
   
¿Se ha dado cuenta Ud. que cuando Jesús vino. El fue amado del Padre? Jacob, el padre de José, le dio una ropa de muchos colores: el arco iris; el pacto (Génesis 37). De la misma manera, Dios el Padre, dio a Su Hijo Jesús el Pacto. Después de esto, sus hermanos judíos le odiaron, pero sin causa. No había razón de ser para que le odiaran, porque El era espiritual y fue la Palabra de Dios manifestada. El vino para hacer la voluntad del Padre. El vino para cumplir las Escrituras. El vino para  traerles paz.                                                      

Pero ellos le entendieron mal, y le odiaron sin causa. No se detuvieron a meditar y a ver qué se proponía hacer, sino que le juzgaron, simplemente, porque El no estuvo de acuerdo con ellos. Ellos dijeron: El se hace Fulano de Tal. Otros dijeron: El se hace Dios.- ¡Pero el era Dios! Dios estaba en El. La Biblia dice que Dios estaba, manifestándose al mundo, en Cristo. El fue el Dios de la Gloria manifestando la gloria de Dios.

Veamos a Moisés. El no pudo evitar interponerse delante de Dios. Eso no lo hizo él hipócritamente; él lo hizo porque Dios estaba en él. Como tampoco pudo José dejar de ser lo que era, por cuanto Dios estaba en él, obrando y manifestándose a través del hombre. El nunca lo hizo para su propia gloria.

Si aquellos sacerdotes tan sólo hubieran tenido el discernimiento del Espíritu del cual les estoy hablando en esta mañana, sin importarles cuanto hubieran podido decir los del mundo, acerca de El, entonces le hubieran conocido, si tan sólo se hubieran fijado en la Palabra, y hubieran visto Su propósito. El siempre estaba haciendo aquello que glorificaba al Padre. Ellos dijeron: Este hombre es un gran Sanador. El hace estas cosas. Pero El dijo: Yo de mí mismo no puedo hacer nada sino lo que el Padre me muestra. No .soy yo el que hago las obras; es el Padre que mora en mí El que hace las obras. El nunca tomó la gloria para Sí mismo. Ningún siervo de Dios tomaría la gloria o usaría el don de Dios para glorificarse a sí mismo, o para hacer algo así por el estilo, sino que el propósito de su vida sería el de hacer algo para la gloria de Dios. Esta es la razón por la cual Ud. ve esta misma cosa hoy día. Debemos tener discernimiento del Espíritu para ver a la persona y lo que se propone hacer. ¿Estarán tratando de glorificar a Dios, o de glorificarse a sí mismos?
   
Ahora, el Espíritu de Dios, obrando en el hombre, hace que él se conduzca como Dios. Con razón Jesús dijo: ¿No está escrito, vosotros sois dioses? Y si llamó dioses a aquellos a quienes fue hecha Palabra de Dios, ¿cómo podéis condenarme porque digo que soy Hijo de Dios? (Juan 10:34-36). Uds. pueden ver al Espíritu de Dios en Moisés, porque él era un dios; Moisés era un dios; José era un dios. Los profetas fueron dioses. La Biblia dice que fueron dioses porque ellos se habían rendido completamente al Espíritu de Dios, y por eso obraban para la gloria de Dios. Cuando un hombre está completamente ungido del Espíritu de Dios (ahora deje que esto le penetre hasta debajo de la quinta costilla del lado izquierdo), Dios está obrando en él, en sus hábitos, sus acciones y todo lo demás.

A veces él es juzgado mal. Vea Ud. a David en el Salmo 22. El clamó: Dios mío. Dios mío, ¿por qué me has dejado? David hablaba como si él mismo fuese aquel hombre: Todos los que me ven, escarnecen de mí; estiran los labios. . .

El estaba tan completamente ungido y rendido a Dios, y la unción estaba sobre él en tal forma, que cuando él clamó por medio del Espíritu de Dios, si alguien hubiera estado cerca, pudiera haber dicho: Mirad a aquél; él cree que alguien le estira los labios. ¿Por qué le ha desamparado Dios?-Pero no era David; era el Espíritu que clamaba a través de él: Dios mío. Dios mío, ¿por qué me has dejado? Contar puedo todos mis huesos; ellos miran, considérame. . .horadaron mis manos y mis pies. . . Alguien pudo haber dicho: Oiga Ud. a ese hipócrita. ¿Las manos de quién están horadadas? ¿Los pies de quién están horadados?

Así hablaría un hombre intelectual; pero uno que hubiera tenido discernimiento del Espíritu, hubiera sabido que era el Espíritu de Dios el que clamaba en David. Cuando un hombre es ungido por el Espíritu de Dios, el tal actúa como Dios actúa; y la acción de Dios no es para dividirnos sino para unimos, porque somos UNO en Cristo Jesús; y el propósito de Dios es el de juntamos. AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS.

Ahora bien: A los grandes profetas Jesús los llamó dioses, y vemos al Espíritu obrando en ellos. El dijo que eran dioses. Ahora, cuando el Espíritu vino a los profetas, fue por medida; pero cuando vino sobre Aquel Ser Único. Jesús, el cual fue el Hijo de Dios. el Espíritu vino a El sin medida. En El habitó toda la plenitud de la Divinidad corporalmente, porque El fue el EJEMPLO PEREECTO. Él fue el Dios de la  Gloria, manifestando la  gloria de Dios al pueblo. Fue Dios en El caminando por doquier. Vea Ud. Su vida. El fue el tema del Antiguo Testamento. Todos los profetas del Antiguo Testamento clamaron, no por sí mismos, sino bajo la unción del Espíritu de Dios. el cual les hizo actuar como dioses: y fue así. que hasta fueron llamados dioses. Y luego, la plenitud de ese Espíritu fue manifestado en Cristo Jesús.

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