Sanidad Divina MP3 - William Marrion Branham
54-1219
Ahora, miren a los eruditos y maestros de ese día. Bueno, ellos eran eruditos más allá de todo lo que nosotros pudiéramos producir hoy día, en cuanto a la educación. Y en cuanto a la santidad, bueno, ellos harían que la iglesia de la santidad de hoy día se sintiera avergonzada de ella misma, en cuanto a la santidad. Ellos verdaderamente tenían que vivir santos. Ellos vivían una vida consagrada, separada, así como los sacerdotes Católicos romanos hoy día. Pero ni siquiera como ellos, porque ellos están allá en parroquias. Pero todos estos tenían que estar en un solo lugar, allí en el templo; millares de millares de ellos allí adentro, separados, consagrados, igual que la ciudad del Vaticano.
Y ellos eran eruditos de la Escritura. Ellos la tenían que saber toda, letra por letra, por letra. Y ellos la sabían tan perfectamente, que aun un ganchito en una letra escrita haría una gran diferencia en todo. Ellos tenían: “No manejes, ni aun toques”. Y aun si ellos estaban... Ellos tenían que estar... La Biblia dice que “ellos eran sin falta”. Ahora, eso verdaderamente es saberla, ¿no lo es?
Todos ellos... y sin embargo por tener su cerviz puesta firmemente en una sola cosa sólida que ellos habían sido enseñados, y por no estar dispuestos a ser flexibles al Evangelio, a todo el poder de Dios, ellos fallaron en reconocer al Señor Jesucristo. Allí estaba El, y toda la Escritura hablaba de que El venía, pero ellos fallaron en reconocerlo porque ellos tenían su propia teología. “¡Nosotros somos la iglesia! Y si algo viene, viene por medio de nosotros. Y nosotros gobernamos los países y la religión. Y nosotros somos esto, y nosotros somos eso”. Es un cuadro muy hermoso del Catolicismo de hoy día. ¿Ven? “Nosotros tenemos todo bajo nuestra propia condición”
Y luego ellos se separaron en pequeños ismos diferentes, como el de los Fariseos, Saduceos, los diferentes... Los Fariseos creían en el espíritu, en un Angel, y en la resurrección. Los Saduceos no creían en Angeles, ni en espíritu, ni en la resurrección. Y ellos tenían toda clase de–de sectas diferentes entre ellos, igual que las que tenemos hoy en día, la misma cosa.
Y ahí estaba un hombre que se levantó, y dijo: “Nosotros somos una gran persona”. Uno se levantó como Jesús, llevó a cuatrocientos hombres allá al desierto; todos ellos perecieron. Y luego otros se levantaron diciendo que ellos eran grandes personajes, y los guiaban a alguna clase de pequeño culto y demás.
Y allí en medio de todo ese tiempo, el verdadero y genuino artículo de Dios vino al mundo, ¡la Cosa verdadera! ¡Oh, hermanos! Eso debería hacernos empezar a regocijar de inmediato. El vino sin tener cultos, sin estar de acuerdo con cultos, sin estar de acuerdo con la iglesia, sino haciendo una sola cosa: la voluntad perfecta de Dios que estaba escrita en la Biblia. Correcto. El tenía Su... El sabía lo que el Padre había dicho. El sabía la Escritura por inspiración. Así que El se quedó con eso, sin importar lo que ellos decían.
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