Quisiéramos Ver A Jesús MP3 - William Marrion Branham
61-0208
Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
Ahora, nos damos cuenta que cuando... Lo vemos a El allí, parado allí; luego va a Samaria. Ahora, los samaritanos eran también mitad judío y gentil, que adoraban a Dios. Ahora, nos damos cuenta que El fue allá, y eran como las once o doce del día. El envió a Sus discípulos para comprar alimentos, comida; habían ido a Samaria. El se sentó al lado del pozo; probablemente era un panorama, algo como este cuadro hermoso que está aquí detrás, sentado allí al lado del pozo. Si Uds. alguna vez fueran a Samaria, se fijarían que el pozo público de la ciudad; todavía está allí. Y eran como las once del día. Hubo una mujer que salió para abastecerse de agua. Pensemos que ella era hermosa, como algunas de las mujeres de hoy día, únicamente que era un poco diferente. Entonces nos damos cuenta que ella... Sí. Estaba pensando tocante a ella, que tenía cabello largo. Estaba pensando tocante a esa mujer que lavó los pies de Jesús, Uds. saben, con sus lágrimas, y los secó con su cabello. Ella hubiera tenido mucha dificultad... Ella se hubiera tenido que parar de cabeza hoy día para tener bastante cabello con el cual secar Sus pies. Ellas se lo han cortado todo. La Biblia dice que es su gloria, así que ella se cortó su gloria. Yo no sé por qué. Quizás ella miró a alguien por allí de quien tenía buen concepto, en Hollywood. Pero de todas maneras....
Uds.–Uds. me llamarán un fanático. Uds. me llamarán un excéntrico, si Uds. quieren, pero en el Día del Juicio se darán cuenta que es ASI DICE EL SEÑOR. Correcto. Con razón tenemos una iglesia que se está muriendo; no se está muriendo, sino que está muerta. Correcto. El Espíritu de Dios está contristado y se ha ido de ella. Nuestras maneras lo han contristado. Nuestras diferencias e indiferencias hacia El, es lo que lo ha hecho. Yo no los quiero lastimar. No estoy aquí para lastimarlos. Yo estoy aquí para despertarlos. ¡Dios tenga misericordia! Danos fuerza y valor para quedarnos con la Palabra de Dios, presentarla sin importar si ofende lo que Ella dice. Por ejemplo ministros recibiendo dinero, y comprometiéndose en administrar grandes programas de televisión, y cosas así, comprometiéndose con la gente. ¡Yo no! Yo prefería ponerme de estómago y beber agua del río, y comer galletas saladas, y predicar la verdad, que tener que pararme allá delante de la Iglesia en el Día del Juicio y ser condenado con ellos. Mi Reino no es de este mundo. Mis tesoros no están en este mundo. Mis tesoros están en el Cielo, y mi interés es el pueblo de Dios, Su Iglesia. No se moldeen Uds. conforme a alguna esposa de pastor, o a alguna esposa de ministro, o a la esposa de algún evangelista. Uds. moldéense conforme a la Biblia. Correcto.
Hoy día tenemos que competir. Una mujer usa un cierto vestido a la iglesia, o un cierto estilo de peinado, y toda mujer quiere usar la misma cosa. Es lo mismo entre ambos sexos. A mí no me importa si mi saco combina con mis pantalones o mi corbata combina con mi camisa. Yo quiero que mi experiencia combine con la Biblia de Dios. Esa es la clase de combinación que necesitamos hoy día, un avivamiento de esa clase de combinación, con el Espíritu de Jesucristo viviendo entre nosotros. Eso es... [Porción sin grabar en la cinta–Ed.]. Ellas no se podían mezclar como lo hacen aquí en Los Angeles, y alrededor de aquí. Ellas no se podían mezclar. Uds. no pueden diferenciar una de la otra ahora. Todas ellas se miran igual. En aquellos días era diferente. Si una mujer era mala, ella era marcada como mala. Ella se quedaba en su propia compañía. Ella no se asociaba con el resto de ellas. Miren, es como tomar un– un huevo y empezar a picar lo de en medio. Toda la cosa se pone amarilla. ¿Ven? Así que, así es como es ahora. Miren, yo estaba leyendo aquí de un proverbio... de los pervertidos, mejor dicho, en toda la nación, y en Los Angeles, cómo es... ¡Oh, es terrible! El incremento aquí es como de un treinta por ciento en comparación al año pasado. Qué... Bueno, ¡es una Sodoma! ¡Oh!, que Dios sacuda aquí a la gente, envíe un avivamiento en alguna parte que sacudirá a la iglesia Pentecostal, para regresarla otra vez a sus sentidos, arrojando el fuego sobre las audiencias para que la gente pueda entender esta hora en la que estamos viviendo; están sentados durmiendo. Por supuesto la Biblia dice que ellos lo harían, me imagino. Bueno, ahí lo tienen.
Ahora, esta mujer sale. Y ella, quizás salió a esa hora, quizás porque había estado fuera toda la noche y durmió hasta esa hora. Pero de todas maneras, ella llegó con un cántaro. Ella le puso las cuerdas con los ganchos y lo bajó con la polea para sacar agua. Y cuando ella casi había sacado su agua, oyó a alguien decir: “Mujer, dame de beber”. Ahora, recuerden que ella era una samaritana. Ahora, El le había mostrado esta señal del Mesías a los judíos. Ahora, aquí están los samaritanos. “Mujer, dame de beber”. Ella dijo... ella volteó, y dijo: “Bueno, mira (yo lo haré más sencillo), nosotros tenemos segregación aquí. No es costumbre que tú siendo un judío, me pidas a mí, una mujer de Samaria, tal cosa”. Y ella dijo....
El probablemente estaba sentado allí. El–El no tenía más que treinta y algo años de edad, pero la Escritura dijo (San Juan 8), que parecía de cincuenta. Dijo: “Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?” El dijo: “Antes que Abraham fuese, YO SOY”. Correcto. ¿Ven? Probablemente Su obra lo avejentó, pudiera haber estado un poco canoso, o algo. Mientras El estaba sentado allí, ella lo estaba mirando a El, un hombre que parecía como de unos cincuenta años de edad reclinado contra el lado de esa pared. Dijo: “No es costumbre que Uds. judíos nos pidan a nosotros los samaritanos”. El dijo: “Pero si tú supieras con quién estás hablando, tú me pedirías de beber”. ¿Qué estaba haciendo El? Ahora, Uds. van a tener que tomar mi palabra para esto. El estaba tratando de contactar su espíritu. Dios lo había enviado allá. Dios me envió a esta iglesia. Yo no los conozco. ¿Ven? Yo no conozco a ninguno de Uds. Pero Dios lo había enviado a El allí. Le era necesario pasar por Samaria. ¿Por qué? Ellos estaban esperando un Mesías. El tenía que ir y mostrarles a ellos que El era el Mesías. Así que El se sentó allí. Esta mujer dijo... habló con El, dijo: “El pozo es hondo, y Tú no tienes nada con qué sacarla”. Dijo: “Nuestros padres adoraron en este monte (y demás), y vosotros decís que en Jerusalén...” Y la conversación continuó.
¿Qué estaba tratando El de hacer? Encontrar en dónde estaba su problema (ahora, escuchen atentamente ahora), encontrar dónde estaba su problema. Ahora, ¿qué era? El Mesías se iba a dar a conocer a lo Suyo en Samaria (¿ven?), a los samaritanos. Como El lo hizo a los judíos, El tenía que hacer la misma cosa a los samaritanos. Seguro. El tenía que llamar a lo Suyo por medio de la misma.... ¿Recuerdan lo que yo dije anoche? Si Dios alguna vez hace una decisión para hacer una cosa de cierta manera, El la tiene que hacer cada vez de la misma manera. Si El no lo hace, El cometió un error cuando la hizo la primera vez. ¿Ven? Uds. no le dan a uno un pedazo de pan de maíz y al otro un pedazo de pastel. Todo es lo mismo, exactamente. ¿Ven? Ahora, fíjense, El–El–El es infinito, perfecto, omnipotente, omnipresente. Ahora, vimos que esta samaritana... Ahora, ¿cómo El se iba dar a conocer a Samaria? La pregunta está entre El y la mujer.
Y después que El la miró unos cuantos minutos (el Padre lo había enviado a El allá), El–El dijo: “Ve, llama a tu marido, y ven acá”. Ella dijo: “Yo no tengo marido”. “Bueno”, El dijo: “Eso es correcto. Cinco has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido. Así que tú dijiste bien”. Yo puedo ver ese montón de cabello hermoso y ondulado caerle sobre sus hombros, y sus grandes ojos cafés, y las lágrimas rodando por sus mejillas. Ella dijo: “Señor, me parece que Tú eres profeta”. ¡Cuánta diferencia había entre esa prostituta y esos predicadores! Ella sabía más tocante a Dios que la mitad de ellos. Es muy similar a eso hoy día también. Correcto. Sí. Ella dijo: “Señor, me parece que Tú eres profeta. Ella dijo: “Nosotros sabemos, nosotros–nosotros los samaritanos, nosotros sabemos que cuando venga el Mesías, que esa será la señal que El hará. Así que Tú debes ser Su profeta. Sabemos que cuando venga el Mesías, El nos declarará estas cosas; pero, ¿quién eres Tú?” ¡Oh, hermanos! Nunca hubo sino Uno que pudiera decir esto. El dijo: “Yo soy, el que habla contigo”.
Ella lo reconoció. Ese era el Mesías que ella había sido enseñada que iba a venir. Ella sabía que El sería Profeta, un Dios-Profeta. Así que ella dijo... Ella dejó su cántaro de agua, mejor dicho, lo bajó, o lo que haya hecho, y ella entró corriendo a la ciudad. Y observen su mensaje. Ella entró corriendo, y dijo: “Venid, ved a un Hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No es esta la mismísima señal del Mesías? ¿No es éste el mismísimo Mesías? ¿No dicen nuestras Escrituras que cuando El venga, eso es lo que El hará?” Y la Biblia dice que los hombres de esa ciudad creyeron que El era el Mesías debido al testimonio de la mujer, que El le había dicho todo cuanto ella había hecho. ¿Es esa la Escritura? [La congregación dice: “Amén”–Ed.]. San Juan 4.
Ahora, veo que mi tiempo se está terminando, así que me voy a tener que apurar ahora, y formar la fila de oración. Yo no los quiero retener mucho tiempo. ¿Ven? Pero este será el último servicio de sanidad, hasta dónde yo sé, hasta el domingo en la noche. Pero, miren, esperen. Permítanme decir una–una cosita más aquí para clavar el clavo, y no se mueva.
Ahora, allí estaban los judíos... ¿Cómo se dio El a conocer a los judíos como Mesías? Mostrando que El era el Dios-Profeta. ¿Es correcto eso? ¿Todos Uds. están de acuerdo en eso? Ahora, recuerden: lo Suyo, lo Suyo. Los otros judíos, los judíos comunes, esos ministros clásicos, y clérigos parados allí con un D.D.D., Ph.D., L.L.D. [títulos de doctorados–Trad.], parados allí, Uds. saben, con sus cuellos volteados al revés, por así decirlo, y con sus turbantes puestos, y todos así, ellos dijeron: “Es–es telepatía. No... Miren a Su compañía. Miren de dónde El viene. ¿Qué es El para empezar? ¿De qué escuela proviene El? ¿Dónde aprendió esto? Nosotros no tenemos registro de que El aun asistió a nuestros seminarios, así que, Uds. saben que El no puede estar correcto. El no pertenece a las Asambleas. El no pertenece a los Unitarios. El no pertenece a la Iglesia de Dios, a la Bautista, a la Presbiteriana, o a la Católica. Nosotros no tenemos registro que El estuvo en nuestras escuelas”.
Yo sé que los estoy lastimando, pero mi mamá me solía decir... Cuando éramos niñitos, vivíamos... Eramos tan pobres, allá en las montañas, que teníamos que–que comer pan de maíz, Uds. saben, y obteníamos la manteca de los pellejos del tocino que nos daban y hacíamos pan de maíz. Y cada sábado en la noche nos teníamos que bañar y tomar una dosis de aceite de ricino, para así estar listos para ir a la escuela el lunes en la mañana. Era tan mala nuestra– nuestra comida, que sufríamos de pelagra y todo lo demás. Nabos, y frijol de carita, pan de maíz, y melaza de sorgo, eso es con lo que fuimos criados. Así que teníamos que tomar ese aceite de ricino, y mamá solía... Al empezar a tomarlo, yo decía: “¡Oh, mamá, por favor, por favor, me provoca mucho asco!” Y ella decía: “Si no te provoca asco, no te hará nada de bien”. Así que quizás esto les estimulará su gastronomía espiritual en alguna parte, que les hará revolver mucho el estómago, que hará a la gente escudriñar las Escrituras, porque Ellas son la Verdad. Ellas son la Palabra de Dios. Ellas son infalibles. Ellas son las que testifican del Mesías. ¡Amén! El permanece fiel a Su Palabra. ¡Amén! Yo no me estoy diciendo “amén” a mí mismo, sino que amén significa: “así sea”. Yo–yo lo creo con todo mi corazón, que cielos y tierra pasarán, pero esa Palabra nunca pasará.
Escuche tambien el Mensaje Expectación MP3 61-0207
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